Si hoy necesitas ese segundo aliento para volver a comenzar, una mano que te acompañe y una sombra que te cobije, no temas en pronunciar el Santo Nombre de Jesús e invocar su misericordia; ya te ha visto de lejos y ha salido a tu encuentro.
No digas nada, ni hagas nada, deja que sea el quien guíe tu vida y te llevará por sendas de eternidad: donde tus angustias serán calmadas, tus miedos desaparecerán, tus enfermedades serán sanadas, habrá alegría y tendrás paz.
¡Paz y Bien!!! Diac. Ricardo